¡Salvador, Pero no Señor!

No hace mucho tiempo, mientras aconsejaba a un cliente, llegue a una conclusión que no había pensado antes. El cliente batallaba con “tratar” de seguir el proceso que le aconsejaba, pero seguía fracasando. El cliente batallaba con el deseo de ver pornografía y el deseo de ser un “buen” cristiano al a misma vez. El y yo comenzamos la consejería meses antes explorando varias posibilidades de él porque comenzó y porque lo continuaba haciendo. Cada aspecto que descubrimos y tratamos lo ayudo a entender otra parte de su carácter, y causó a que decidiera más a cambiar. Aunque tendría éxito, también volvería a fracasar. Estábamos a punto de quedarnos sin respuestas probables cuando recibí la inspiración de parte del Señor.

Antes de que me explique déjeme aclarar algo, no hay “buenos” o “malos” cristianos. Solo hay cristianos quienes están en el proceso de cambio y crecimiento. No son responsables por cambiarse a sí mismos, ese es el trabajo del Señor.  Nuestro trabajo es solo obedecerlo (John 14:15 (NBLH) “Si ustedes Me aman, guardarán Mis mandamientos”). A medida que obedecemos, cambiamos. Poca obediencia, poco el cambio. Grande la obediencia, grande el cambio.

Ahora volviendo a mi punto anterior. Recibí inspiración de parte de El Señor con respecto a lo que le estaba sucediendo al cliente. Me di cuenta de que hablaba en serio en sus esfuerzos de parar ver pornografía, pero también me di cuenta de que no podía entender por qué aún elegía hacerlo.

“Cuando Jesús murió en la cruz”, le expliqué, “una de las cosas que logró fue darnos libertad. Eso significa libertad total para hacer lo que elijamos, bien o mal “.

Gálatas 5:1 (NBLH), “Para libertad fue que Cristo nos hizo libres. Por tanto, permanezcan firmes, y no se sometan otra vez al yugo de esclavitud.” Solíamos estar bajo el poder del Pecado y, por lo tanto, no hacíamos lo correcto, porque nos tenía sostenidos y nos impulsó a hacerlo. La muerte de nuestro Señor en la cruz nos liberó de la esclavitud del pecado, y no tenemos que seguir haciendo lo que no está bien. Además de eso, como se puede ver en el versículo de Gálatas, se nos dice que no “estemos sujetos” (lo que significa no volver a estar bajo el control) del Pecado nuevamente. Esto claramente significa que tenemos la opción de permanecer libres o volver a la esclavitud bajo el Pecado. Al mismo tiempo, también muestra que se nos ha dado libertad para elegir. Esto significa la libertad de elegir desobedecer a Dios también. La libertad no es libertad hasta que sea libertad (la total libertad de tomar nuestras propias decisiones). Si Dios está controlando nuestra elección sobre algo, entonces no tenemos la libertad de elegir.

Cuando Dios dijo, “Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra.” En Génesis 1:26 (NBLH), creo que la “semejanza”, a la que se hace referencia aquí, incluye la capacidad de (como Dios puede) elegir libremente obedecer o no obedecer. La única forma en que realmente parecemos “como un dios” (como en “Nuestra imagen”) es que podemos elegir desobedecer al creador y Señor de este universo. Cuando Cristo murió en la cruz, no nos quitó la libertad de desobedecer, nos liberó del poder del Pecado, que usó esta habilidad contra nosotros para hacernos elegir no hacer lo correcto. Pero, sostengo, que el Mesías mantuvo esa libertad cuando nos liberó del Pecado, como se señala en el versículo de Gálatas anterior. Note también el siguiente argumento hecho en Gálatas 5:13 (NBLH).

“Porque ustedes, hermanos, a libertad fueron llamados; solo que no usen la libertad como pretexto para la carne, sino sírvanse por amor los unos a los otros.” Observe las palabras aquí, “no usen,” como decir “usted tiene el poder de hacerlo o no hacerlo.” El Señor no nos diría (por medio de Pablo) que podríamos evitar que nuestra libertad se convierta en “una oportunidad para la carne”, si no pudiéramos tomar la decisión (tener la libertad) de hacerlo. Dios nos ha dado un regalo que está más allá de mis palabras para expresar la grandeza y la medida insondable de Él. En esencia, y hasta cierto punto, nos da la capacidad de ir más allá del control de Dios, como ninguna otra creación Suya lo puede hacer. Aunque Él es Dios, Creador y Señor, sobre toda la creación, ha elegido limitarse a este cierto aspecto de la condición humana; tenemos voluntad propia (total libertad para elegir no hacer lo correcto), y el Señor no nos quitó eso en la cruz.

De hecho, 1 de Pedro 2:16 (NBLH) muestra tanto esto. En ese verso, “Anden como libres, pero no usen la libertad como pretexto para la maldad, sino empléenla como siervos de Dios,” se nos dice que “usemos” nuestra libertad. Solamente personas libres pueden “usar” su libertad, y, si ellos no pueden elegir la manera en la cual usan esta libertad, realmente no son verdaderamente libres. Cuando Jesús nos liberó por medio de Su muerte en la cruz, fue por libertad verdadera, la libertad de vivir y elegir como queramos. Bien o mal, nosotros hacemos esa elección.

Expliqué a mi cliente que este era parte del problema con el que batallaba. Él estaba expresando su libertad, incluso de parte de Dios. Puede haber aceptado a Cristo como su Salvador, pero nunca lo había aceptado como su Señor. El Apóstol Pablo entendió esto claramente. En 1 de Corintios 10:23 (NBLH), “Todo es lícito, pero no todo es de provecho. Todo es lícito, pero no todo edifica.” Dese cuenta de las palabras cuidadosamente, “Todo es lícito.” Sí, es cierto, cualquier cosa, pero no todas las cosas son buenas para nosotros. Necesitamos someter nuestros deseos bajo la autoridad de Nuestro Señor.

El problema que tenía mi cliente era que todavía tenía “derechos”. Todavía se veía a sí mismo como un cristiano libre que podía hacer lo que quisiera. Y, ¿no es eso lo que Cristo quería para él de todos modos, libertad? Por supuesto que eso quería, pero no para hacer lo que no es lo correcto. Recuerde, como dice en Santiago 4:17 (NBLH), “A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado.” La palabra “pecado” aquí significa fracasar en hacer lo correcto. ¿Ve las palabras? “Sabe” y “no lo hace”. Estos son indicadores claros de que la persona tiene el control total de su decisión. Tienen libertad; La libertad de hacer lo que no es correcto.

¿Entonces cuál es la respuesta? La simple respuesta es aceptarlo como nuestro Señor. Lea de nuevo 1 de Pedro 2:16, y se encontrara con la palabra “siervo.” ¿Qué es un siervo? Bueno, en los tiempos de Pedro, cuando las personas debían más dinero del que podían pagar, eran esclavizados o se daban como voluntarios para convertirse en esclavos, hasta que se pagara la deuda. Algunas personas debían tanto que a menudo eran esclavos de alguien durante muchos años. De vez en cuando, algunos de los esclavos servían suficiente tiempo para ser liberados, y el deudor (maestro) les informaba y les decía que podían irse. En algunos casos, las personas liberadas consideraban sus circunstancias. Mientras eran esclavos, el dueño les proporcionaba toda su comida, su ropa, un lugar para vivir, en algunos casos incluso cuidaban de las esposas y los niños, pagaban todas sus facturas, etc. Si se fueran libremente, tendrían que conseguir trabajo, encontrar un lugar para vivir, pagar el alquiler o la hipoteca, comprar su propia comida y ropa, básicamente satisfacer todas sus necesidades. En muchos casos, optaron por seguir siendo esclavos del maestro. Racionalizaban que ser su esclavo era mejor que ser libre.

Esto es lo que los Apóstoles Pablo, Pedro y el resto llegaron a entender. Que ser libre no era lo que estaba hecho para ser. La libertad significaba que probablemente elegirías no hacer lo correcto. Puede que no hayan hecho esto específicamente, pero creo que sopesaron las diferencias en sus corazones, si no en sus mentes. Puedo usar esta libertad que Cristo me ha dado, y puedo hacer mis propias elecciones y tomar mis propias decisiones, vivir como creo que es la forma correcta de vivir y obedecer las instrucciones que creo que son correctas. Puede que “peque” de vez en cuando, pero de todos modos ya me han perdonado todos mis pecados. O…

Puedo renunciar a mi libertad. Puedo reconocer a Cristo Jesús como mi Señor, y voluntariamente convertirme en Su “esclavo”. En cuyo caso, Él decidirá lo que quiero, y cuando lo quiera, qué debo elegir, cómo debo sentirme, qué debo creer y quién debo ser. Me convertiré en su siervo al ministrar a otras personas. Me convertiré en sus ojos, su boca, sus manos, sus pies y su corazón cuando se trate de cumplir sus planes. Creo que los Apóstoles eligieron una vida de “esclavitud” (siervos) en lugar de vivir una vida de libertad porque eso era lo que Dios quería de ellos.

Le dije a mi cliente, Dios quiere que lo acepte como su Señor. Él quiere que usted elija voluntariamente convertirse en su “esclavo”. Él quiere que le dé el control sobre su vida para que pueda continuar con el trabajo de cambiarle. Mi cliente preguntó: “¿Eso significa que ya no pecaré?” “No”, dije, “los humanos ‘pecan’, como se suele decir, solo porque somos humanos. Los humanos siempre batallaran con el fracaso y el error. Esto también es “pecado”, pero no del tipo en el que está pensando.” Santiago 4:17 dice que “pecado” es cuando alguien sabe “hacer lo correcto y no lo hace”. Esto significa que incluso cuando estamos tratando de hacer lo correcto y nos equivocamos, o no lo hacemos perfectamente, hemos pecado (hemos fallado o errado). Por otro lado, existe el otro tipo de “pecado”. Aquí es donde nosotros voluntariamente elegimos hacer las cosas mal. Para llegar a este punto, la persona primero no debe hacer lo “correcto”. Lo “correcto” en este caso es obedecer a Dios. Si elegimos desobedecer a Dios, podremos elegir hacer todo el mal que queremos. Si elegimos obedecer a Dios (ser Sus esclavos y dejar que Él elija) entonces nos quitamos nuestra capacidad de hacer lo que está mal. Los dos conceptos no pueden continuar al mismo tiempo, en la misma persona. Si elegimos uno, entonces, y, por lo tanto, elegimos en contra del otro. Viviremos como si tuviéramos derechos, o viviremos como si fuéramos siervos de Dios.

“Entonces”, me dijo, “si hago de Dios mi Señor y me pongo bajo su control, ¿no haré mal contra Él?” “Sí”, le dije, “si le da su libertad a Él, le permite que tome tus decisiones por usted, y si obedece Sus instrucciones, nunca hará mal contra Dios”.

Todos los cristianos han aceptado a Cristo Jesús como su Salvador, pero muchos aún no lo han aceptado como su Señor. ¿Qué hay de usted? ¿Lo ha hecho?

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